domingo, 20 de noviembre de 2016

MIGUEL MOLINA AL DESNUDO.

MIGUEL MOLINA AL DESNUDO,
Sábado 19 de noviembre. 20:00
Rialto, Sala algo  más de la mitad.




Que un sábado por la noche el Rialto no estuviera lleno para ver a Ángel Ruíz en el espectáculo Miguel Molina al Desnudo, no lo explica ni el hipotético hecho de que hubiéramos vuelto a ser finalistas en el mundial de fútbol esa noche. No. Solo lo puede explicar que en Madrid existan 200 salas y que el público ande realmente despistado con la oferta de la cartelera.

Tuve el privilegio de ver la versión anterior de  Miguel Molina al desnudo de Ángel Ruíz, en la feria de teatro de Palma del Río del año 2015. Y digo privilegio, porque así puedo comparar con éste. Antes de ir a ver a Ángel, acabábamos de salir de ver un monólogo cuyo nombre ni recuerdo, y mi compañera me había comentado, “ha sido fantástico” Yo que me había removido en la silla durante hora y media y había desconectado por completo, le dije. “¿fantástico¿ Ahora cuando veamos el de Ángel Ruíz, vas a saber lo que es bueno.” Cuando terminó Miguel Molina al Desnudo, mi compañera se volvió hacia mi y me dijo: “Es que Ángel está a otro nivel” Y yo le contesté: “No. Ángel no está a otro nivel. Está al nivel al que hay que estar, son los demás los que no están al nivel.” El propio Miguel Molina lo dice en su espectáculo a través de la voz de Ángel, algo parecido a “Subirse a un escenario es una responsabilidad”, y les aseguro que actualmente, muchos lo toman como un divertimento, y así le va al teatro madrileño últimamente. 

Desde julio de 2015, ha llovido. Y el espectáculo se ha reformado. Para mejor. Para mucho mejor, diría yo. Se ha quitado de en medio ese infame “documental” que estaba ahí solo para lucimiento de uno de sus productores, y solo quedan con él César Belda, un piano, y un pequeñito baúl. Y eso basta.

Ángel Ruíz, no es alto, tampoco bajo, pero en el escenario y fuera del escenario siempre es enorme, y en todo lo que haga: lo acabamos de ver encabezando magníficamente el reparto de “la venganza de don Mendo”, lo vimos en televisión interpretando al mejor Lorca que se ha visto en pantalla nunca;  es un actor y un cantante por los cuatro costados y lo mejor de todo es que aun nos queda Ángel para rato.

 Anoche presenciamos el espectaculazo de un Miguel Molina que ha superado a la muerte y viene a abrir su corazón a la gente, para que se sepa su verdadera historia, y no la que contaban los periódicos sensacionalistas de su época: para desnudarse ante el público. Miguel (Ángel) nos hizo reír, nos hizo llorar, nos abrió los ojos a un mundo que no vivimos, pero que forma parte de nuestra dolorosa historia. Nos emocionó, y nos levantó del asiento en un aplauso unánime. Y queríamos más. Siempre que veo a Ángel Ruíz sobre un escenario me quedo con ganas de más, y les aseguro que me pasa con poquísimos actores de la cartelera madrileña; no me ocurre (en muchos casos no me ocurre en absoluto)  incluso con aquéllos que son venerados por la mayoría del público. No: no todo el mundo tiene el talento para hacer disfrutar de este modo, pero no es una cuestión solo de talento y de trabajo duro: es una cuestión de darse cuenta de hasta dónde puede uno llegar. Es una cuestión de responsabilidad y de respeto al escenario. Pero al menos tenemos actores como Ángel Ruíz. Y eso es un gran consuelo.

Álvaro Blázquez. 

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